Imagen 1. Jaime Ferrán Camps. Archivo Carme Bonet, cedidos por la familia Ferrán y extraída de aquí.
Tal día como hoy se publicaba en el Lanza la poesía ganadora del premio "Poesía Juventud" que recaía en el joven Jaime Ferrán (ver imagen 1), quien se había inspirado en el monumento a D. Álvaro de Bazán, sito en nuestro pueblo. Aquí leemos el titular de aquella noticia:
Imagen 2. Lanza, 1954, diciembre, 30, pág. 3. Recorte.
En la imagen 3 continúa la información:
Imagen 3. Lanza, 1954, diciembre, 30, pág. 3. Recorte.
Las jornadas literarias de la Mancha en Ciudad Real, a las que se hace mención en la imagen 3, partieron de la idea del escritor tomellosero D. Francisco García Pavón, quien quería dar a conocer el lugar de inspiración de la obra más leída en todo el mundo, El Quijote. También fueron impulsadas por el Gobernador Civil, D. José María del Moral.
El Congreso se celebró del 27 al 31 de mayo de 1954. La iniciativa tuvo una excelente acogida trayendo a estas tierras a jóvenes poetas, periodistas, críticos para recorrer sus pueblos más emblemáticos, por supuesto, incluido el nuestro (ver imagen 4).
Imagen 4. Itinerario de las Jornadas Literarias por la Mancha. Antología, pág. 9.
Fueron recibidos por el almirante D. Julio Guillén Tato, quien les hizo de cicerone en un palacio engalanado y que maravilló a todos, según fueron contando en sus crónicas estos maestros de la palabra.
Por citar tan sólo a dos:
- D. Miguel Delibes dijo: "A sus rincones interesantes —Criptana, Plaza de Almagro, Palacio del Viso (archivo de la Marina) Ruidera, etc., une la Mancha un buen arte folklórico, vigente hasta en la más pequeña aldea."
- D. Juan Antonio Cabezas: "Frente al palacio, se ha levantado una estatua de don Alvaro de Bazán y en la contigua iglesia se conserva la urna de mármol con sus restos, en un sencillo monumento. En uno y otro sitio los jornadistas asistieron a un responso y un homenaje evocador y simbólico. Después, limonada en el interior del palacio y de nuevo al autobús que nos lleva hacia la calatraveña villa de Almagro, donde pasaremos la tercera de nuestras jornadas manchegas."
El autor:
Nació el 13 de julio de 1928 en Cervera (Lérida). Empezó estudiando Literatura, pero lo abandonó por el Derecho. Se trasladó a Madrid para cursar el doctorado y allí se relacionó con varios escritores. Su obra fue variada y extensa. Recibió varios premios, el segundo de ellos el que nos ocupa en esta efeméride y que consiguió tras inspirarse en nuestro pueblo en aquel viaje literario.
La obra premiada:
No sólo es mar el lomo azul, eternamente cambiante, sobre el que la espuma pone un momento flores rumorosas,
Siempre va el mar con quienes aprendieron a amarlo un día, aun cuando permanezcan muchas leguas adentro, sin poder otear los azules caminos de otro tiempo.
Siempre va el mar con quienes han andado su inmensidad, buscando un horizonte distinto, cada día recorriendo su llanura encrespada entre la niebla cuando los huracanes la poblaban, siguiendo la advertencia de los faros o sesgando la espuma sosegada con la quilla feliz, bajo el sol claro.
Siempre está junto a quienes lo recuerdan porque nunca supieron renunciar a su rumor antiguo y repetido.
Encuentro el mar en medio de la Mancha, en el pueblo de Viso del Marqués, donde Bazán, el almirante, duerme, aún hoy, después que, según queda grabado en su epitafio: "peleó como caballero, escribió como docto, vivió como héroe y murió como santo".
Álvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz, señor de Valdepeñas, que cruzara los mares y venciera todos los enemigos de la Patria y que después, cuando sintiera el peso del tiempo entre sus hombros, levantó este palacio que aún se yergue, surto en la inmensidad de la llanura, donde los poyos despoblados, que yo llamaba los enamoradores, miran al mar de trigo detenido, donde hasta las paredes nos recuerdan a Milán, a Venecia o a Mesina, a Nápoles, a Génova o a Roma, todos los puertos que el amó en su vida de navegante, que un día recorriera, donde encontró cobijo en otro tiempo.
Ahora duerme aquí. Quiso rodearse, de todo lo que el mar le recordara y aquí la misma tierra lo recuerda.
Y pienso que en su sueño navega hacia otras tierras,
todavia viajero, bogando todavía
de Génova a Milán, de Milán a Venecia
de Venecia a Mesina y de Mesina a Nápoles o Roma,
rodeado aún de todos los amigos
que en Lepanto estuvieron a su lado
y que hay en el jardín, entre los mascarones
de proa, que los guardan,
continúan su marcha detenidos
hasta la eternidad, como mirándonos
desde su rostro inerte de azulejos:
Cristóbal de Virués, Cristóbal de Mosquera,
Rodrigo de Cervantes y Juan Rufo.
Alonso de Bazán, Francisco de la Riva,
Marqués de Oquendo, Pedro de Valdés,
Alonso de Ercilla, Miguel de Cervantes,
fray Lope de Vega, Vicente Espinel,
por quienes los cañones lanzan sus salvas mudas
mirando siempre al cielo, como pidiendo paz.
Estampo aquí sus nombres y tu nombre
Álvaro de Bazán por que no cabe
mayor elogio que decirlos alto
dejándolos volar sobre estas tierras
cual palomas posadas en todos los alfeizares
de tu palacio, donde las olas rompen.
Pero cuando los miro me parece
que voy también con ellos al combate,
que parto en este instante, para reconquistar
la perpetua alcaldía que te han arrebatado.
Y decimos adiós al mascarón
de la rosa ofrecida y al de Diana
y a aquel del comandante agrimensor
que un día sorprendieron
tantos lejanos horizontes
y que hoy solo reciben la caricia
de los vientos solanos.
Mientras tu permaneces ahora en esta plaza
y un monumento contemplas en silencio,
desde tu fría pesadumbre inmóvil,
los restos del palacio
que un día amaste, como aquel que ve,
varada antes sus ojos, la embarcación que antaño
cumpliera tantas veces su camino
bajo su timonera vigilancia.
Mientras pasa la vida a tu costado
como si fuera niebla silenciosa
que un momento se grita y ya se desvanece.
Pero vuelvo a mirarte y veo entre tus ojos
la espuma blanca que rompe todavía,
la quilla de tus naves, la línea de las playas
a las que tu arribaste, el cielo más azul,
aquella última vela que ya casi se pierde
detrás del horizonte, que ya no está,
mientras tú permaneces, eternamente marino,
con la frente surcada por tantas tempestades
que han dejado sus huellas en tu puerto de bronce."
Jaime FERRÁN.